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lunes, 5 de diciembre de 2016

Kuczysnki y la rebaja del IGV - Reflexiones sobre el APEC



Kuczysnki y la rebaja del IGV

La propuesta tributaria del Gobierno es una combinación de luces y sombras. Aciertos como el incremento del impuesto a la renta de las empresas se combinan con medidas cuestionables, como el descuento a las grandes deudas tributarias o la amnistía a capitales no declarados.

                En ese esfuerzo, la formalización resulta un elemento clave para el Gobierno, que apuesta por ampliar considerablemente la base tributaria incorporando a los sectores informales. Ello en principio resulta positivo, pues permitirá que pequeños y micro empresarios y trabajadores accedan a garantías y beneficios.

                Sin embargo, es importante señalar que la formalización es un proceso que demanda tiempo y recursos, y que sus frutos se verán gradualmente. Así, es improbable que en el corto plazo haya un incremento sustancial de la recaudación.

                Uno de los aspectos más visibles de la desigualdad en Perú es su sistema tributario. Algunos privilegiados tributan poco y disfrutan generosos e injustificados beneficios. En contraste, el ciudadano común y corriente es sobrecargado de impuestos para financiar un Estado que lo atiende tarde, mal y nunca. Pero la injusticia tributaria no es casual, pues refleja el poder que una élite ejerce sobre las políticas públicas, incluyendo la política tributaria.

                Un sistema tributario más justo es indispensable para reducir las desigualdades y asegurar los derechos esenciales de los peruanos. Una recaudación efectiva y transparente se traduce en un país con buenos servicios de educación, salud y seguridad ciudadana, que elevan el bienestar de los ciudadanos. Un sistema tributario injusto, solo puede generar un país injusto.

                Kuczysnki llegó al poder con una propuesta tributaria que apostaba por reducir tasas, a fin de reactivar la economía y ampliar la formalización, lo que en teoría se traduciría en una mayor  recaudación. Así esperaba contar con recursos suficientes para sus ambiciosas metas de inversión social y productiva.

                El deterioro de la situación económica y fiscal ha impuesto una dosis de realismo a los planes de Kuczynski. Ello se ha reflejado en el pedido de facultades legislativas presentado al empezar su gestión y aprobado por el Congreso en setiembre del 2016.

                Un componente central del pedido de facultades es el capítulo de “Reactivación Económica y Formalización”, que propone medidas como la rebaja del IGV, el incremento del impuesto a la renta de las empresas, un régimen tributario específico para micro y pequeñas empresas, sincerar la deuda tributaria y una amnistía para la repatriación de capitales no declarados.

                La lectura preliminar de las medidas propuestas arroja un panorama mixto. Por un lado, medidas claramente positivas, como el retorno de la tasa del IR corporativo a 30%, del 28% que es actualmente. Por otro lado, medidas como la rebaja del IGV, que en principio son progresistas, pero que podrían ser distorsionadas. Finalmente, hay medidas que preocupan, pues apuntarían a favorecer a grandes intereses económicos. Tal es el caso de la reducción de la deuda tributaria de las grandes empresas y la amnistía a la repatriación de capitales.

                Mucho dependerá de cómo se implementen estas medidas, a fin de generar un sistema tributario más eficiente y equitativo. Si las medidas son diseñadas y aplicadas sin transparencia, podrán ser manipuladas en favor de sectores privilegiados, y a la larga resultar inefectivas o contraproducentes.
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Reflexiones sobre el APEC

APEC, palabra compuesta por cuatro letras, fue sin lugar a dudas el vocablo más escuchado durante los últimos días en nuestro país. Pero qué es exactamente el APEC, por qué es importante para el Perú formar parte de este selecto grupo de países, qué beneficios ha obtenido el Perú con haber sido sede de esta cumbre de líderes mundiales, qué compromisos han asumido los gobiernos durante estos días de encuentro y reuniones del más alto nivel de cara a enfrentar la crisis económica financiera mundial, qué nos falta como país para ser más competitivos en el mercado mundial y así explotar de mejor manera los acuerdos o tratados comerciales en vías de negociación. Todas estas, son sin lugar a dudas, interrogantes que pocos conocen y que intentaremos responder a lo largo de este artículo.

                En esta oportunidad, el Perú tuvo el encargo de oficiar como país anfitrión de esta cumbre de jefes de Estado, la cual contó con la presencia del más selecto grupo empresarial de las naciones participantes, basta mencionar la presencia del presidente de Freeport, de Microsoft, del HSBC, del Scotiabank, de Telefónica, del FK (socios coreanos de Hunt Oil para Camisea), de Samsung y claro esta del genio chino Jack Ma, hombre que hace diez años formó una empresa con un capital prestado de menos de 3000 dólares y hoy en día amasa una fortuna de miles de millones de dólares. En ese sentido, nuestro país ha sido durante este último fin de semana el foco de la atención mundial, hemos sido, sin lugar a dudas, el país de moda en la región, el país al cual muchos comienzan a conocer y a ver como un interesante centro para la inversión, la cooperación económica y el comercio. Este evento, en términos generales, le ha permitido al gobierno poner en la vitrina mundial la imagen de nuestro país, vender el Perú como producto al mundo, y situarlo en el escenario del interés global, al haber recibido en su territorio a líderes de naciones tan importantes como, Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur, Singapur y otros más.

                Los acuerdos adoptados por APEC, no son obligatorios, no generan responsabilidad internacional por su eventual incumplimiento para aquellos países que no decidan acatarlos a plenitud, y esta es la principal crítica que sus detractores hacen a este foro. En tal sentido, el éxito de la fórmula planteada para superar la crisis económica mundial, dependerá del grado de compromiso político que los gobernantes tengan con el cumplimiento de lo acordado, lo cual puede poner los pelos de punta a más de un lector o analista avispado, ya que ello constituye un cambio en la manera de entender la relación existente entre el Estado y el mercado, entre los economistas y los políticos; el Estado, al cual en años anteriores se le prohibió cualquier tipo de injerencia en la dinámica y los mecanismos autorregulatorios del mercado, hoy en día, se le pide que inyecte dinero en el mismo, que intervenga y que asuma una posición mucho más protagónica. Lo mismo ocurre en el caso de los políticos, ya que si antes se decía que la economía y las finanzas de un país y más aún del mundo eran demasiado importantes como para confiárselas a los políticos, hoy la gravedad de la crisis hace que las medidas económicas y los acuerdos interestatales sólo puedan tener alguna viabilidad y utilidad concreta si es que se tornan vinculantes, es decir de ejecución obligatoria para los distintos gobiernos, lo cual requiere una voluntad política clara en defensa de la tesis del libre mercado y la negación de todo mecanismo estatista o proteccionismo trasnochado, en buena cuenta hoy la solución migro de bando, paso del ámbito de los economistas al de los impredecibles políticos.

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