Kuczysnki y la rebaja del IGV
La propuesta tributaria del Gobierno es una combinación de luces y
sombras. Aciertos como el incremento del impuesto a la renta de las empresas se
combinan con medidas cuestionables, como el descuento a las grandes deudas
tributarias o la amnistía a capitales no declarados.
En ese esfuerzo,
la formalización resulta un elemento clave para el Gobierno, que apuesta por
ampliar considerablemente la base tributaria incorporando a los sectores
informales. Ello en principio resulta positivo, pues permitirá que pequeños y
micro empresarios y trabajadores accedan a garantías y beneficios.
Sin embargo, es
importante señalar que la formalización es un proceso que demanda tiempo y
recursos, y que sus frutos se verán gradualmente. Así, es improbable que en el
corto plazo haya un incremento sustancial de la recaudación.
Uno de los
aspectos más visibles de la desigualdad en Perú es su sistema tributario.
Algunos privilegiados tributan poco y disfrutan generosos e injustificados
beneficios. En contraste, el ciudadano común y corriente es sobrecargado de
impuestos para financiar un Estado que lo atiende tarde, mal y nunca. Pero la
injusticia tributaria no es casual, pues refleja el poder que una élite ejerce
sobre las políticas públicas, incluyendo la política tributaria.
Un sistema
tributario más justo es indispensable para reducir las desigualdades y asegurar
los derechos esenciales de los peruanos. Una recaudación efectiva y
transparente se traduce en un país con buenos servicios de educación, salud y
seguridad ciudadana, que elevan el bienestar de los ciudadanos. Un sistema
tributario injusto, solo puede generar un país injusto.
Kuczysnki llegó al
poder con una propuesta tributaria que apostaba por reducir tasas, a fin de
reactivar la economía y ampliar la formalización, lo que en teoría se
traduciría en una mayor recaudación. Así
esperaba contar con recursos suficientes para sus ambiciosas metas de inversión
social y productiva.
El deterioro de la
situación económica y fiscal ha impuesto una dosis de realismo a los planes de
Kuczynski. Ello se ha reflejado en el pedido de facultades legislativas
presentado al empezar su gestión y aprobado por el Congreso en setiembre del
2016.
Un componente
central del pedido de facultades es el capítulo de “Reactivación Económica y
Formalización”, que propone medidas como la rebaja del IGV, el incremento del
impuesto a la renta de las empresas, un régimen tributario específico para
micro y pequeñas empresas, sincerar la deuda tributaria y una amnistía para la
repatriación de capitales no declarados.
La lectura
preliminar de las medidas propuestas arroja un panorama mixto. Por un lado,
medidas claramente positivas, como el retorno de la tasa del IR corporativo a
30%, del 28% que es actualmente. Por otro lado, medidas como la rebaja del IGV,
que en principio son progresistas, pero que podrían ser distorsionadas.
Finalmente, hay medidas que preocupan, pues apuntarían a favorecer a grandes
intereses económicos. Tal es el caso de la reducción de la deuda tributaria de
las grandes empresas y la amnistía a la repatriación de capitales.
Mucho dependerá de
cómo se implementen estas medidas, a fin de generar un sistema tributario más
eficiente y equitativo. Si las medidas son diseñadas y aplicadas sin
transparencia, podrán ser manipuladas en favor de sectores privilegiados, y a
la larga resultar inefectivas o contraproducentes.
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Reflexiones sobre el APEC
APEC, palabra compuesta por cuatro letras, fue sin lugar a dudas el
vocablo más escuchado durante los últimos días en nuestro país. Pero qué es
exactamente el APEC, por qué es importante para el Perú formar parte de este
selecto grupo de países, qué beneficios ha obtenido el Perú con haber sido sede
de esta cumbre de líderes mundiales, qué compromisos han asumido los gobiernos
durante estos días de encuentro y reuniones del más alto nivel de cara a
enfrentar la crisis económica financiera mundial, qué nos falta como país para
ser más competitivos en el mercado mundial y así explotar de mejor manera los
acuerdos o tratados comerciales en vías de negociación. Todas estas, son sin
lugar a dudas, interrogantes que pocos conocen y que intentaremos responder a
lo largo de este artículo.
En esta
oportunidad, el Perú tuvo el encargo de oficiar como país anfitrión de esta cumbre
de jefes de Estado, la cual contó con la presencia del más selecto grupo
empresarial de las naciones participantes, basta mencionar la presencia del
presidente de Freeport, de Microsoft, del HSBC, del Scotiabank, de Telefónica,
del FK (socios coreanos de Hunt Oil para Camisea), de Samsung y claro esta del
genio chino Jack Ma, hombre que hace diez años formó una empresa con un capital
prestado de menos de 3000 dólares y hoy en día amasa una fortuna de miles de
millones de dólares. En ese sentido, nuestro país ha sido durante este último
fin de semana el foco de la atención mundial, hemos sido, sin lugar a dudas, el
país de moda en la región, el país al cual muchos comienzan a conocer y a ver
como un interesante centro para la inversión, la cooperación económica y el
comercio. Este evento, en términos generales, le ha permitido al gobierno poner
en la vitrina mundial la imagen de nuestro país, vender el Perú como producto
al mundo, y situarlo en el escenario del interés global, al haber recibido en
su territorio a líderes de naciones tan importantes como, Estados Unidos,
China, Japón, Corea del Sur, Singapur y otros más.
Los acuerdos
adoptados por APEC, no son obligatorios, no generan responsabilidad
internacional por su eventual incumplimiento para aquellos países que no
decidan acatarlos a plenitud, y esta es la principal crítica que sus
detractores hacen a este foro. En tal sentido, el éxito de la fórmula planteada
para superar la crisis económica mundial, dependerá del grado de compromiso
político que los gobernantes tengan con el cumplimiento de lo acordado, lo cual
puede poner los pelos de punta a más de un lector o analista avispado, ya que
ello constituye un cambio en la manera de entender la relación existente entre
el Estado y el mercado, entre los economistas y los políticos; el Estado, al
cual en años anteriores se le prohibió cualquier tipo de injerencia en la
dinámica y los mecanismos autorregulatorios del mercado, hoy en día, se le pide
que inyecte dinero en el mismo, que intervenga y que asuma una posición mucho
más protagónica. Lo mismo ocurre en el caso de los políticos, ya que si antes
se decía que la economía y las finanzas de un país y más aún del mundo eran
demasiado importantes como para confiárselas a los políticos, hoy la gravedad de
la crisis hace que las medidas económicas y los acuerdos interestatales sólo
puedan tener alguna viabilidad y utilidad concreta si es que se tornan
vinculantes, es decir de ejecución obligatoria para los distintos gobiernos, lo
cual requiere una voluntad política clara en defensa de la tesis del libre
mercado y la negación de todo mecanismo estatista o proteccionismo trasnochado,
en buena cuenta hoy la solución migro de bando, paso del ámbito de los
economistas al de los impredecibles políticos.
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