Brasileros protestan en contra de políticos y sindicatos.
76 % desaprueba gobierno de presidenta Dilma
Rousseff
Más de 300 mil pobladores ocupan las principales calles de Brasil. De
20 millones de habitantes según una encuesta de Datafolha: 79% desaprueba a los partidos políticos, 76% opina lo mismo del Gobierno y un 82% del
Congreso. Las razones de las protestas, fue el alza del precio del transporte, la
corrupción y políticos.
(Brasilia, Brasil, AFP).- Las grandes protestas en Brasil dejan turbados
a los políticos, a quienes los manifestantes han dicho que no los representan,
como ya ha ocurrido en otros países, y les han recriminado los escándalos de
corrupción.
En las multitudinarias manifestaciones, que hoy llevaron más de 300.000
personas a las calles de las principales ciudades y se extienden a diario por
todo Brasil, no entran ni políticos ni sindicatos: "Ustedes no nos
representan", les dicen en sus pancartas, feroces e irreverentes. Las
protestas han sembrado un silencio de estupor entre los políticos. "Toda
la institucionalidad política, incluso la más progresista, ha quedado
estupefacta, porque es un fenómeno que sale de los padrones tradicionales. Es
un movimiento de individuos que transita de Facebook a la calle, aunque sus
demandas son muy nítidas y concretas", afirmó a AFP el diputado socialista
Chico Alencar.
El propio ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto
Carvalho, reconoció dificultades para entenderlo: "Es extremamente
complejo de entender, ni en nuestros buenos tiempos conseguíamos poner a
100.000 personas en las calles".
LA POLÍTICA DESPRESTIGIADA
La política vive su menor nivel de prestigio de los últimos diez años
en Sao Paulo, la metrópoli de 20 millones de habitantes que originó las
protestas, según una encuesta de Datafolha divulgada el miércoles: un 79% opinó
que los partidos tienen poco o ningún prestigio, 76% dijo lo mismo del Gobierno
y un 82% del Congreso. Y entre las razones de las protestas, si el motivo
número uno fue el precio del transporte (67%), el dos y el tres fueron la
corrupción (38%) y los políticos (35%).
Las protestas contra el aumento del precio del transporte y los
millonarios gastos públicos en el Mundial 2014 desataron una ola de críticas a
las instituciones (alcaldías, gobernaciones, congreso y gobierno federal), a
las que se reclama resultados y servicios públicos de calidad, tras dos años de
crecimiento bajo e inflación elevada. "El pueblo despertó: o paran de
robarnos, o paramos Brasil", clamaban miles de manifestantes el lunes tras
ocupar el techo del Congreso. "Hay una insatisfacción con la política
tradicional, un distanciamiento del elector con sus políticos, que no ocurre
solo en Brasil, sino que lo hemos visto en las grandes protestas callejeras en
todo el mundo", dijo a AFP una socióloga de la Fundación Getulio Vargas
(FGV), Dolce Pandolfi.
En Brasil ocurre después de más de diez años de gobierno nacional del
popular e izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) -surgido precisamente
de movimientos sociales y sindicatos- y de casi dos décadas de Gobierno en el
más rico y poblado estado del país, Sao Paulo, del Partido de la Social
Democrácia Brasileña (PSDB). También se produce tras una sucesión de escándalos
de corrupción que en los últimos años asolaron al Congreso, Gobierno y
partidos, incluido el PT, que enfrentó al final de 2012 un histórico juicio en
el que fueron condenados exministros y exdirigentes por pagar mensualidades a
diputados de partidos aliados a cambio de sus votos. "Cada vez más los
grandes partidos fueron aceptando prácticas que antes contestaban (...) Ha
habido en la política un padrón degenerado de relaciones entre partidos,
alianzas heterodoxas, una connivencia con la corrupción", dijo Alencar,
que hace años abandonó el PT, cuando cayó en ese tipo de prácticas de gobierno.
A UN AÑO DEL MUNDIAL Y DE LA
ELECCIÓN PRESIDENCIAL
Un año antes del Mundial de Fútbol, que será seguido tres meses después
de elecciones presidenciales, y después de que la popularidad de la presidenta
brasileña, Dilma Rousseff, favorita para la reelección, cayera ocho puntos por
causa de la inflación, nadie se atreve a evaluar el impacto político que
tendrán las protestas. En opinión del investigador del Centro Brasileño de
Análisis, José Artur Gianotti, dependerá de que "los políticos se abran a
las nuevas demandas" y que los manifestantes sepan articularlas, según
declaró a la radio CBN.
Tras una semana de manifestaciones, la presidenta Rousseff, una
exguerrillera torturada y encarcelada bajo la dictadura militar, pasó de una
actitud distante al elogio, al afirmar el martes que los políticos tienen que
"escuchar la voz de las calles". El "mensaje directo de las
calles es de repudio a la corrupción y al uso indebido del dinero
público", dijo Rousseff, quien también hizo suyo el reclamo por "más
ciudadanía, mejores escuelas, hospitales" de una sociedad que creció y
aumentó sus clases medias en los últimos diez años.
Tras rechazar las reivindicaciones de los ciudadanos en un primer
momento, los gobernantes de las dos mayores metrópolis brasileñas, Rio de
Janeiro y Sao Paulo, anunciaron el miércoles que revocarán los aumentos del
precio del transporte público, siguiendo a muchas ciudades que lo habían hecho
antes.
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